Llevábamos
años denunciando los procesos de especulación que suceden en el
barrio Albaicín desde hace décadas. Hemos visibilizado y afrontado
con la colaboración de muchas personas y colectivos solidarios a los
múltiples intentos de echar a la vecindad, derruir este pedazo de
historia, pasada y contemporánea, que representa la Casa del Aire,
para convertirla, quizás en apartamentos de lujo; quizás de
alquiler de periodos cortos; quizás para el turismo.
Pero
también hemos insistido en que si esto sucedía así era también,
quizás por cierta connivencia y camaradería que se genera en
determinados organismos públicos, como en este caso la Gerencia de
Urbanismo; quizás por la burocratización de nuestras vidas, las
leyes y demás normas que han sido creadas para favorecer que la
gente abandone por cansancio y que en este tipo de conflictos salga
victorioso la parte que mejor representa el mundo capitalista en que
vivimos; quizás por ello, a pesar de los innumerables informes y
decretos donde se obliga a Edivara SL, la empresa propietaria, a
realizar el mantenimiento de la Casa del Aire, y de que esta no haya
hecho nada en los últimos 12 años, la inmobiliaria sigue
disponiendo de la Casa del Aire a sus anchas, haciendo que María,
hija del último inquilino con contrato indefinido que hace poco más
de un año fallecía de un infarto en la puerta de su casa, viva en
unas condicionas de habitabilidad que pocas personas podrían
aguantar. Pero a pesar de estas condiciones, al menos disponía de un
hogar.
¿Qué
ha cambiado la situación? Desde el año 2013, tras ver que el
incumplimiento del deber de mantenimiento que llevaría a la Casa del
Aire a cambiar de propietario, fuera paralizado en los juzgados y
allí se siga desde hace más de siete años, solicitamos que si no
toda la casa, se hiciera al menos habitable la vivienda de Manuel por
aquel entonces, y ahora de María. Cuatro años después, esto ha
sido utilizado por el Ayuntamiento para conseguir lo que la
inmobiliaria no había conseguido hacer en 12 años a través de
múltiples artimañas: echar a esta familia de la que ha sido su casa
desde hace 37 años.
El
resultado después de las medidas urgentes realizadas de manera
subsidiaria por orden del Ayuntamiento es una selva de puntales y
techos derruidos que atraviesa el patio y toda la vivienda de María.
La pregunta, querido/a lector/a sería ¿viviría usted en una
vivienda así?
Foto del patio de
Zenete.
Foto
de una de las habitaciones de la vivienda cuyo estado se repite en
las tres principales estancias.
Cuando
los operarios entregaron las llaves a María y una copia de un
documento donde decían que habían acabado las obras, pensamos que
quizás habían terminado la primera parte y tendrían que hacer el
estudio de las obras que necesita la vivienda para recuperar su
habitabilidad; quizás tendrían que venir los técnicos para
acreditar que habían hecho el trabajo antes de continuar; o quizás
se iban de vacaciones.
Decidimos
hacer lo que cualquier persona haría antes de sacar conclusiones
precipitadas, preguntar. Nos acercamos a urbanismo y hablamos con el
jefe responsable de la sección correspondiente, no con muy buenos
resultados, quizás por justificaciones como el desconocimiento del
caso; quizás porque quienes llevaban el caso estaban de vacaciones y
no hubiera nadie que los supliera en su ausencia; quizás porque la
única respuesta que se le ocurre al Jefe de sección es “ponga
usted una instancia”.
Y
no podemos olvidar el resultado de todo esto, la expulsión de María
su casa. Quizás lo que más nos moleste sea la incapacidad de los
Servicios Sociales para conseguir una vivienda provisional durante la
obra y que María se tuviera que buscar la vida para esos días;
quizás todas las promesas que hicieron a María de una vivienda a
medio plazo que podría pagar; quizás que fuera el propio
Ayuntamiento, protagonista secundario en la mayor parte del
conflicto, quien haya sido el actor que haya inclinado la balanza de
parte de la propiedad.
Ante
estas circunstancias, quizás Edivara SL piense que ha ganado la
batalla; quizás este sea el fin de la Casa del Aire y de su
vecindad; o quizás no.
La
lucha es el único camino.