Manuel es la última víctima de
aquello contra lo que ha estado luchando la última década junto a sus vecinas,
amigos y compañeras; la especulación y el acoso inmobiliario por parte de la
empresa propietaria, la dejadez de la administración pública, derivada de la
connivencia con el sector empresarial y los procedimientos burocratizados hasta
la extenuación, que permiten que estas injusticias sociales sucedan.
Manuel llevaba viviendo en la
Casa del Aire 33 años. Allí vio nacer y crecer a sus hijos, allí se caso y
cuando se separó, allí se quedó. Para Manuel la Casa del Aire era su epicentro,
su refugio, no sólo físico sino también emocional y vivencial. Es por ello que
Manuel, junto a sus vecinos y compañeras decidió hacer todo lo posible para que
siguiera viva, en pie, a pesar del empeño de la propiedad en echarles y en
derribar el edificio. Y a esto se ha dedicado los últimos doce años de su
existencia. Solía decir “a mí me sacarán con los pies por delante” al referirse
a la Casa del Aire. Y finalmente, lo han conseguido.
7/07/2016. Granada. Solidarixs
con la Casa del Aire.
Manuel,
compañero y amigo, eras el último resquicio que quedabas de una casa otrora
llena de vida. Y ahora nos has dejado. ¡No! No nos ha dejado ¡te han llevado!
Manuel,
juntos supimos resolver los intentos de anular tu contrato, de desahuciarte, de
cortar suministros, de denunciarnos sin presentarse a los juicios, de acosarnos
por todas las vías posibles. Esos que se escudaban en que “había ocupas” para
no rehabilitar el edificio. Y seis años más tarde del desalojo de los ocupas,
no solo no hicieron nada para defender esa casa que tanto querías sino que han
hecho todo lo posible para que no se pudiera rehabilitar.
Y a
esto han ayudado los procedimientos y normativas administrativas, escritas para
“una sociedad de propietarios en lugar de proletarios”. Salvo algunas técnicos
que nos facilitaban la tarea simplemente con ejercer su labor, otros han
intentado declarar la ruina de nuestra casa sin si quiera visitarla,
obstaculizar y alargar los procedimientos, escudándose en que la ley es igual
para todos, cuando ya llevamos tiempo sabiendo que eso no es así.
Y es
que los jueces también han tenido mucho que ver en tu muerte, Manuel. Ellos
fueron los que dieron la orden de echar a buena parte de la esencia que hacía
que nos sintiéramos como una gran familia, dentro y fuera de nuestros muros.
También fueron quienes no supieron escucharte todas las veces que acudiste a
ellos para denunciar el acoso que estábamos sufriendo. Y no podemos olvidar que
fueron ellos también quienes evitaron que la Casa del Aire este rehabilitada
hoy día.
Por
eso te decimos, Manuel, que no te has ido ¡Te han llevado!; porque consideramos
que han tenido mucho que ver en tu muerte la empresa propietaria Edivara SL, la
Gerencia de Urbanismo y el Ayuntamiento y los Juzgados. Todos ellos, han hecho
que pasaras de una vida activa, en el barrio que te vio crecer, a sentirte cada
vez más desarraigado sin ni siquiera haber cambiado de hogar. ¿Te acuerdas
cuando nos recitabas de memoria cómo eran antes las calles del Albaicín, los
comercios que había en una y otra esquina, lo que hacía la gente? Mucho ha
cambiado tu barrio, tanto, que apenas lo reconocías. La gente con la que
compartías también la fueron echando; tus tiendas dejaron de estar y las calles
se llenaron de turistas. Pero, Manuel, tú no eras de cartón-pieda, tú eras
real, amable, campechano y solidario. Tú te preocupabas por tu barrio. Y quizás,
que éste fuera poco a poco desapareciendo también contribuyó a que fueras
perdiendo tu luz.
Manuel,
te has sumado a la lista de víctimas de esta sociedad injusta que habla de
democracia pero en realidad no sabe lo que es. Una sociedad donde el beneficio
económico se ha puesto por encima del bienestar de las personas; donde importa
más no salirte de los límites que te impongan que permitir que la gente humilde
también pueda vivir de una forma digna.
Sin
embargo, eres un ejemplo de valentía, compromiso y tenacidad. Todo lo que has
hecho no se perderá. Tus experiencias y aprendizajes se compartirán y tus
amigos y amigas, compañeros y compañeras, nunca te olvidaremos. Porque la Casa
del Aire siempre estará en nuestros corazones y tú formas parte de ella.
Buen
viaje, Manuel, nosotras nos quedaremos un rato más, a ver si conseguimos no
solo evitar que dramas como el tuyo se vuelvan a vivir, sino para hacer de
nuestro barrio, ciudad, Estado y mundo, un lugar más justo y equitativo.
Gracias
a ti y a todas las personas que como tú han decidido tomar responsabilidad
sobre su vida, otro mundo es posible.
¡¡La lucha continúa!!